¿Cuál muere primero? ¿El hombre o el mundo alrededor? Gene Hackman murió antes de que su corazón dejara de latir.

 



¿Cuál muere primero? ¿El hombre o el mundo alrededor?

Gene Hackman murió antes de que su corazón dejara de latir. Tenía hambre. Tienes sed.
Y nadie vino Y entonces Gene Hackman, el gran Gene HackMAN, murió. No de enfermedad, no de hambre. Murió del olvido ¿Cuál es la muerte real? ¿El último aliento o el momento en que nadie te nota?

Gene Hackman murió solo. Un día, todos estaremos solos en el momento de conocer nuestro destino final. Es inevitable. Pero para Gene, la muerte vino de una manera más lenta, más olvidadiza y dolorosa. Nadie tocó la puerta. Ninguno de mis amigos llamó. Ningún miembro de la familia se ha perdido la ausencia.
Betsy, su esposa murió primero. Hantavirus. Una enfermedad rara, transmitida por el polvo de heces de roedores. Poco antes de ir a la farmacia y llevar al cachorro al veterinario. No sabía que esas eran sus últimas horas, que serían derribadas por algo mortal llevado por el polvo invisible, de cosas que existen y no se pueden ver. Un día ella estaba allí, al siguiente ya no. Puede que haya pasado toda la mañana doblando ropa. Tal vez haya planeado la cena. Y entonces vino la fiebre, el cansancio, la nada. De repente, el relámpago final, sin advertencia, sin tiempo para despedidas y provisiones.
Gene fue dejado solo, sin entender. Durante siete largos días, vagó por la casa sin saber qué hacer, sin recordar cómo actuar. A los 95 años de edad, el Alzheimer había borrado parte de su memoria y capacidad para pedir ayuda. Tal vez en lo profundo de tu mente tienes una sensación de vacío. Tal vez llamaste a Betsy pero eso no se sabía ni se sabrá, porque no había nadie allí.
Nadie vino.
¿Qué pasa cuando un hombre se vuelve invisible?
Gene Hackman fue uno de los mejores actores de Hollywood. Un icono. Cara dura, voz seria, talento crudo. Interpretó a presidentes, asesinos, héroes. Fue dos veces ganador del Oscar, amado por el público, respetado por sus compañeros. En la cima de su carrera, fue fuerte, insuperable, una voz que no tembla. ¿Pero qué significa cuando tienes 95 años y estás solo e indefenso en casa? Cuando la memoria se desvanece, ¿el cuerpo es frágil y los seres queridos están ausentes?
La fama es un truco que el tiempo deshace.
¿Qué queda cuando el teléfono deje de sonar? ¿Cuando la gente asume que no quieres ser molestado? ¿Cuándo la casa grande y cómoda se convierte en un territorio de olvido?
¿De qué sirve un nombre famoso cuando estás viejo, enfermo y solo?
La soledad no llega de una vez Ella comienza el día que nadie más pregunta cómo estás. El día que la gente asume que lo tienes todo, está bien. El olvido viene lentamente. Constrúyete lentamente, como una casa donde nadie entra.
Gene – que no parecía una celebridad – buscó distanciarse de Hollywood. Eligió el aislamiento, apostó que su esposa, treinta años más joven, lo vería hasta el final. Él creía que no necesitaba un cuidador, enfermero u otros empleados. Sin embargo, lo que solía ser una bendición durante mucho tiempo, se ha convertido en una trampa. La casa grande acaba de hacerse más pequeña. el silencio se ha vuelto más fuerte. La puerta ha sido cerrada.
Nadie golpeó.
Y el hombre un día visto por millones, se fue sin que nadie mirara.
La soledad de los que viven por mucho tiempo a veces me asusta. La vejez es un país extranjero y hostil. Nadie quiere visitarlo sin garantías y medidas de seguridad, pero pocos se atreven a pensar lo que pasará cuando los días se vuelvan demasiado largos y las noches silenciosas demasiado. Raros son los que toman decisiones conscientes para que la vida no se disuelva cuando ya no haya reuniones de trabajo, estrenos, cenas con amigos, películas.
Recojo de mí misma cada lección de esta tragedia: la muerte es un camino sin testigos; la fama, una ilusión que se desvanece en el polvo; el éxito, un eco que no se sostiene; y las elecciones para la vejez deben considerar muchos escenarios, porque la vida es cambiable e impredecible. Ella nos sorprende en cualquier esquina con su maleta rebosada de asombro.
Al final somos casas sin luces si no hay nadie tocando la puerta.

Sonia Zaghetto

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