Detalles de la muerte en Republica Dominicana de Ray Liotta, actor norteamericano que filmaba película en el pais

 



Ray Liotta ha muerto en la República Dominicana, donde rodaba su próxima película, Dangerous waters. El fallecimiento se ha producido mientras dormía, según ha avanzado el medio estadounidense Deadline. Tenía 67 años.


Como en los westerns clásicos, parecía haber abandonado el escenario después de una primera escena apoteósica; retornó, años más tarde, para reverdecer laureles. Una de sus últimas interpretaciones fue en The many saints of Newark, la cinta, de 2021, donde Alan Taylor y David Chase contaban el nacimiento de la saga de Tony Soprano.

Liotta, una sensación en los primeros años 90, sufrió la maldición de un arranque acaso excesivamente apoteósico. Igual que esos tenores, excesivamente impetuosos, que arrancan con Wagner sólo para dejarse las cuerdas vocales. El actor, que sobrevivió a todo, sale de escena cuando apenas faltaban dos semanas para el décimo aniversario de la muerte de Henry Hill, el mafioso al que encarnó a sangre y fuego en Uno de los nuestros.

En mitad de un reparto volcánico, aureolado por una banda sonora como un cuchillo entre Tony Bennett y Derek and the Dominos, sobresalía la mirada entre aniñada y letal de un Liotta a la altura de los gigantes. Para la historia, su entrada en el Copacabana, mientras las Crystals cantan Then he kissed me, sus risotadas entre gozosas e histéricas al lado de un Pesci endemoniado y, cómo no, esos minutos finales con el pájaro de los antinarcóticos siguiendo sus pasos y los ojos inyectados de paranoia y coca.

Antes de ametrallar su nombre en la historia del cine junto a unos Robert De Niro y Joe Pesci en estado de gracia, ya había actuado a las órdenes de Jonathan Demme en Algo salvaje, de 1986, donde compartía focos con Melanie Griffith y Jeff Daniels, y al lado de Kevin Costner en Campo de sueños (1989), un clásico algo sensiblero, pero venerado por todos los amantes del béisbol. No fueron sus únicos títulos. 40 años de trayectoria dan para haber trabajado en la fallida Hannibal (2001), junto a sir Anthony Hopkins y para firmar cintas con Sigourney Weaver, Denzel Washington, Robert Duvall, James Woods, Brad Pitt, Scarlett Johansson y Adam Driver, con los dos últimos en Marriage Story, producida por Netflix y puerta de entrada para presentarlo ante las nuevas generaciones.

Abandonado por sus progenitores biológicos en un orfanato y adoptado con seis años, de joven peregrinó hasta la Costa Oeste y cumplió con creces en la conquista de Hollywood. Su madre adoptiva llegó a asomarse a sus primeros triunfos, aunque no vió el estreno de Uno de los nuestros: enferma de cáncer, falleció en mitad del rodaje. Con ocasión del 25 aniversario de la película, el New York Times reunió al reparto y Liotta recordó la asombrosa peripecia de un rodaje marcado por los fines de semana en el hospital, cuando regresaba a Newark para acompañarla. También comentó que logró enganchar a Scorsese cuando este le vió, durante el estreno en Cannes, en 1988, de la Última tentación de Cristo, quitándose de encima a los guardaespaldas del director,

Irregular y magnético, quedará por un puñado de títulos y por el aura indefinible, entre salvaje y aniñada, que desprendía. Estaba en posesión del octanaje propio de las estrellas. Era muy capaz de robar un guión en apenas cinco minutos. Ni la ignominia de los papeles menores ni las cirugías que enmudecieron la flexibilidad de su rostro empalidecen su ensordecedor legado.

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